miércoles, 11 de septiembre de 2013


"(...) Para los catalanes, España solo era el nombre que se otorgaba a una confederación libre de naciones; los castellanos, en cambio, en la palabra España veían una prolongación imperial del brazo de Castilla. O dicho de otra manera: para los castellanos España era el gallinero y Castilla su gallo; para los catalanes España solo designaba el palo del gallinero. He ahí la tragedia. De hecho, cuando un catalán y un castellano empleaban la palabra «España» se estaban refiriendo a dos ideas opuestas, de ahí que los extranjeros no entendieran nada de nada. ¿Ven lo que les decía? En realidad España no existe; no es un sitio, es un desencuentro. 

(...) Y cuando pienso en nuestra historia, lo que me viene a la cabeza es la más angustiosa de las preguntas: ¿qué causa más melancolía, el «podríamos haber sido» o el «no deberíamos haberlo intentado»? Nosotros sufrimos de las dos amarguras. El problema de los catalanes es que nunca supieron qué deseaban, y al mismo tiempo lo deseaban intensamente."

Albert Sánchez Piñol, Victus, Barcelona 1714.