"(...) Para
los catalanes, España solo era el nombre que se otorgaba a una confederación libre de
naciones; los castellanos, en cambio, en la palabra España veían una prolongación imperial
del brazo de Castilla. O dicho de otra manera: para los castellanos España era el gallinero y
Castilla su gallo; para los catalanes España solo designaba el palo del gallinero. He ahí la
tragedia. De hecho, cuando un catalán y un castellano empleaban la palabra «España» se
estaban refiriendo a dos ideas opuestas, de ahí que los extranjeros no entendieran nada
de nada. ¿Ven lo que les decía? En realidad España no existe; no es un sitio, es un
desencuentro.
(...) Y cuando pienso en nuestra historia,
lo que me viene a la cabeza es la más angustiosa de las preguntas: ¿qué causa más
melancolía, el «podríamos haber sido» o el «no deberíamos haberlo intentado»? Nosotros
sufrimos de las dos amarguras. El problema de los catalanes es que nunca supieron qué
deseaban, y al mismo tiempo lo deseaban intensamente."
Albert Sánchez Piñol, Victus, Barcelona 1714.
|