jueves, 10 de septiembre de 2009

divinas pretensiones


Desde siempre el girasol germinó siendo heliocéntrico, no por conocimiento interno de lo divino (no era él quien adoraba a Tonatiuh, ni quien pedía sangre en su nombre) sino por sus hormonas vegetales heredadas, generación tras generación, de un primer girasol enamorado, Clitia.

La liturgia del girasol no es de origen gnóstico, como he explicado, pero tiene todos los componentes propios de veneraciones o idolatrías. En el rito, el girasol ofrece siempre su cuerpo al astro y se abandona con la esperanza de convertirse no en Clitia sino en Leucótea, la ninfa transformada en diosa del mar.

JAJAJAJA! ¡Qué gran confusión! Tantos siglos mirando el sol ha mermado nuestras conexiones sinápticas aunque, en este caso, sólo en un par de letras radica nuestro error. No fue Leucótea la tomada por Helios, no, fue Leucótoe la que amó el dios del Sol y la que fue convertida en planta de incienso después de haber sido enterrada viva por órdenes de su padre.

Así que, girasoles del mundo, abandonad vuestras pretensiones de apariencia divina y conformaros con la fragancia que emanará de vuestras cenizas.

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